
Los primeros experimentos para el trasplante de cuerpo entero se remontan a mediados del siglo pasado.
En 1954 el cirujano soviético Vladimir Demikhov hizo diversos intentos de trasplantar cabezas a perros, aunque sólo sobrevivieron entre dos y seis días. En los años setenta, el doctor estadounidense Robert White trasplantó con éxito la cabeza de un mono al cuerpo de otro, pero tuvo un importante problema: no logró conectar la médula espinal. Eso hizo que el primate no pudiera mover el cuerpo, aunque sí que consiguió respirar de forma asistida.
Hoy, de acuerdo al médico italiano Sergio Canavero, este inconveniente ya no existe: en la actualidad es posible conectar partes seccionadas de la médula espinal utilizando polietilenglicol (PEG), un polímero que actúa como adhesivo.
"El riesgo de que el receptor
de un órgano lo rechace se puede paliar ahora con medicamentos. En los
trasplantes de cara y manos que se han realizado, sólo en un caso hubo que
retirar una mano trasplantada por rechazo, y fue por una razón psicológica",
comenta.
Canavero opina que el paciente deberá utilizar una máquina de realidad virtual durante los tres meses previos a la operación, con la que se verá a sí mismo con un cuerpo similar al que se le trasplantará. "Así, cuando se despierte de la intervención, no experimentará un rechazo psicológico", declara.
Se cree que este procedimiento sería una nueva esperanza para enfermos terminales de cáncer, personas que perdieron la movilidad del cuerpo a causa de accidentes, o enfermos de alteraciones autoinmunitarias graves, aunque "el éxito no está totalmente garantizado, porque tal vez el paciente tenga una célula cancerígena en la cabeza que no habíamos detectado y, aunque se le trasplante un cuerpo, acabe falleciendo".
Canavero opina que el paciente deberá utilizar una máquina de realidad virtual durante los tres meses previos a la operación, con la que se verá a sí mismo con un cuerpo similar al que se le trasplantará. "Así, cuando se despierte de la intervención, no experimentará un rechazo psicológico", declara.
Se cree que este procedimiento sería una nueva esperanza para enfermos terminales de cáncer, personas que perdieron la movilidad del cuerpo a causa de accidentes, o enfermos de alteraciones autoinmunitarias graves, aunque "el éxito no está totalmente garantizado, porque tal vez el paciente tenga una célula cancerígena en la cabeza que no habíamos detectado y, aunque se le trasplante un cuerpo, acabe falleciendo".
El precio por llevar a cabo
semejante experimento se calcula en aproximadamente 10 millones de euros, que
el médico está seguro de poder conseguir ya que el país dispuesto a pagar por
semejante avance será sin duda el que se sitúe por delante de los demás.
Alexandra Chipana
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