Suele aparecer a partir
de los 65 años.
Es una enfermedad muy
triste, no solo para los que la padecen, sino también para sus familiares,
porque llega un momento, (que a mi pesar he vivido un caso muy cercano) en el
que la persona afectada no te reconoce, no sabe quién eres, sufre pérdidas de
memoria en las que en ocasiones llega a hacerse preguntas como “¿quién sois
vosotros?” o “¿dónde me encuentro? Incluso si se encuentra rodeado de sus seres
queridos, o en su casa.
Permanecen horas
inmóviles sin actividad. Dejan de ser autónomos y necesitan que les alimenten y
les cuiden. Experimentan cambios muy bruscos de humor (gritan, lloran o ríen
sin motivo) , no comprenden cuando les hablan o pierden la capacidad de hablar de
forma clara.
En Arganda del Rey,
existía una asociación (AFA) no hace mucho tiempo, en la que voluntarios,
gracias a las ayudas de los socios, entretenían, ayudaban y socializaban a los
enfermos que padecían esta enfermedad.
Cuento este caso porque
mi abuelo formaba parte de los enfermos que asistían allí, y mi abuela, mi tía,
y yo (a veces) , formábamos parte de los voluntarios que de vez en cuando iban
a pasar allí la mañana, o de los que recaudaban firmas para el apoyo del
centro.
Lamentablemente, esa
asociación empeoró (o eso llegó a mi conocimiento) por motivos económicos y de
desorganización, aun que ya fuera después de la muerte de mi abuelo.
Con todo esto me resumo
a:
-
El alzhéimer
es una enfermedad horrible, que debe ser tratada con paciencia.
-
No se donan
los fondos suficientes para tratarla, y sin fondos no hay evolución.
Sofía Maldonado Martínez.
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